La final del torneo más tradicional de tenis, como lo es el campeonato de Wimbledon, se jugaría un lunes después de 79 años. Era julio del 2001 y Patrick Rafter regresaba a la Catedral del Tenis después de salir derrotado por el todopoderoso Sampras en el 2000. Esta vez el rival no sería aquel que dominó el tenis por 6 años, considerado el mejor jugador de la historia. Aquel lunes 9 de julio del 2001 el rival fue un humano como cualquier otro, que ríe, llora, se enoja, se frustra.
Goran Ivanisevic, Croata de 29 años, llegó a Wimbledon con un "wild card" otorgado por la organización a modo de homenaje por sus 3 anteriores finales perdidas a manos de Sampras y Agassi. Estar 125 del mundo en el ranking de la ATP no le permitía ingresar directamente al cuadro, por eso, la organización decidió invitarlo, presagiando un pronto retiro a causa de una rebelde lesión al hombro que lo tuvo fuera de las canchas en el 2000.
Los aficionados británicos tuvieron que devolver sus entradas por no poder asistir el día lunes a la final. Hinchas croatas y australianos se apresuraron a adquirir sus boletos, luciendo el estadio un colorido propio de una Copa Davis o del Mundial de Fútbol. Aquí se rompieron todos los protocolos y formalidades de este torneo tradicional inglés, las tribunas principales abarrotadas con hinchas alborotados que alentaban a sus compatriotas.
Durante las dos semanas del torneo, Ivanisevic derrotó a 3 especialistas en césped, como lo fueron Rusedski, Roddick y el crédito local Tim Henman. La buena noticia era de que Pete Sampras había caído en tercera ronda a manos de un tal Roger Federer.
El desarrollo del partido fue parejo de principio a fin, a pesar del gran favoritismo de Rafter y las circunstancias en las que había llegado Ivanisevic al torneo, donde nadie daba un quinto por él.
En el 15vo juego del 5to y definitivo set, Ivanisevic de una devolución ganadora rompió el saque de Rafter y tuvo la oportunidad que siempre deseó en su vida: sacar para campeonato. En ese momento aparecieron "el Goran bueno", "el Goran malo" y " el Goran desquiciado".
Tres dobles faltas, dos de ellas con punto para campeonato, una devolución buena y un globo de revés preciso hacían que Ivanisevic comenzara a perder la paciencia. Pero no, ese año no saldría con la cabeza abajo, con el letrero imaginario de ser el segundo y que algún día ganaría ese torneo. Ese año, a pesar de las circunstancias, él seria el protagonista principal de esa película, que contenía drama, horror y comedia.
Patrick Rafter estrelló su devolución en la net y le dio a Goran Ivanisevic el torneo más preciado por cualquier tenista, aquel que le arrebataron en 3 ocasiones y del cual se comenzaba a resignar a tan sólo haber sido el segundo. El estadio estalló en euforia y Goran y su padre estallaron en lágrimas y se confundieron en un abrazo, rompiéndose todos los protocolos en Wimbledon.
Goran se retiró a los pocos años de su hazaña, el hombro no lo dejo jugar más, pero se dio maña para estar presente en la final mas emotiva de Wimbledon, por el ambiente y sobre todo por lo que significaba tenerlo ahí, dentro de la cancha, el último día de competencia. Se convirtió así en el primer jugador wild card y de peor ranking en ganar en la Catedral.
Ivanisevic es el retrato perfecto de que cuando se pone corazón, las circunstancias mas adversas se convierten en obstáculos que se pueden superar, que hay que dejar todo en los momentos de apremio y que la única adversidad que existe en la vida es aquella que uno mismo fabrica con su mente. La vida esta llena de frustraciones y de oportunidades perdidas, Goran aprovecho la ultima que tuvo y lo disfrutó mas que cualquiera, ¿Cuál aprovecharemos nosotros?
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