El
17 de diciembre de 1996, un grupo de terroristas del MRTA tomaron la Embajada
del Japón, en donde se realizaba una recepción por el cumpleaños del Emperador
Akihito. Eran alrededor de 700 personas, entre diplomáticos, políticos,
empresarios y militares, que vivirían horas, días y meses, el sometimiento a
una vida desgraciada que caminaba por la cornisa de la muerte y la locura.
Todo
comenzó con una explosión cerca de la Residencia que desconcertó a la seguridad
policial que había llegado a las 4 de la tarde. La explosión provenía de una
pared colindante a la Embajada, por donde ingresaron una decena de hombres con
fusiles, granadas, lanzagranadas y cuchillos, gritando: ¡TODOS AL SUELO CARAJO!,
los otros 4 miembros del grupo estaban infiltrados entre el personal de
servicio. La balacera se desató a los pocos minutos y generó pavor entre los
invitados, que sólo atinaron a tirarse al suelo. 40 minutos después, luego de
los gases lacrimógenos respectivos, producto de la improvisación y el
desconcierto de las fuerzas del orden, el fuego paró. Morihisa Aoki, Embajador
del Japón, envió un mensaje, con su español masticado, desde el interior de la
residencia dando la noticia del año: “PAREN EL FUEGO, RESIDENCIA TOMADA POR EL
MRTA”. Uno de los terroristas tomó la palabra y dirigiéndose a los rehenes dijo
que era el jefe de la operación terrorista, identificándose como el Comandante
Hemigidio Huerta, pero pronto se supo su identidad gracias a la pericia de uno
de los infaustos rehenes que estaba en el suelo, quien lo recordó de la época
en que este grupo terrorista se dedicaba a los secuestros y desdichadamente él
se encontraba en su lista. El líder del grupo era Néstor Cerpa Cartolini.
El delegado de la Cruz Roja en el Perú, Michael Minning, se presentó ante Cerpa y le propuso ser el mediador neutral entre el MRTA y el Gobierno. Lo primero que le sugirió Minning fue que liberase a las mujeres, ancianos y personal de servicio, para que la situación se haga manejable. Cerpa accedió sin imaginar que entre los liberados estaba la madre y la hermana del Presidente Alberto Fujimori.
El
Alcalde de Miraflores, Fernando Andrade, logró escapar luego de refugiarse en
el baño. Se trepó por la ventada dos metros hacia arriba, saltó al jardín y
llegó rampeando hasta la puerta, de donde salió disparado como un misil hacia
la calle. El Edecán del Presidente, Rodolfo Reátegui, consiguió una camisa de
los mozos luego de deshacerse de su uniforme, se puso en la fila del personal
de servicio cuando estaban siendo liberados, llegó a la puerta y a empujones se
echó a correr. Después de estos dos acontecimientos, Cerpa amenazo de muerte a
aquel que intentara escaparse.
Horas
después comenzaría un tedioso censo entre las personas que se quedaron dentro
de la Residencia. Las burlas y amenazas de los terroristas no se hicieron
esperar, ya que estaban presentes muchos militares que tenían en sus currículos
exitosos operativos antiterroristas. Estos fueron identificados fácilmente ya
que para la recepción se elaboró una lista de los invitados con su hoja de
vida. Las simulaciones de ejecuciones fue el entretenimiento de varios de los
subversivos, igual que durante los 126 días que permanecieron dentro de esa
casa que se había convertido en el mismo infierno.
Luego
de identificar su "importancia", los rehenes fueron separados por
grupos y dirigidos a las diferentes habitaciones. El hacinamiento y la
incomodidad que se vivió durante la
primera noche fue sólo el comienzo del calvario. Muchas personas tuvieron que
dormir echados en la ducha o sentados en el inodoro. Dormir es un decir, porque
los demás invitados se dirigían al baño y el que estaba en el inodoro se
despertaba, y, por ende, se levantaban todos los que dormían adentro.
Fue
la noche perfecta para Cerpa y sus hombres: un grupo de hombres importantes
estaban sometidos bajo sus armas. Nombres como Alejandro Tudela, Samuel
Matsuda, Gilberto Siura, que eran allegados al Gobierno estaban controlados.
Embajadores de varias naciones, empresarios multimillonarios hacían suculento
el banquete que se dieron ese día los terroristas. Sin embargo, no se
imaginaban que serían 4 meses los que estarían dentro de esa casa. Al día
siguiente un pedido por parte de los emerretistas se iba dar a conocer: los
rehenes saldrían de la Residencia si se liberaban a todos los presos del
MRTA......(continuara)